Etapa Eliminatoria
Tema 1
Mirad si no a esos hombres. Lo dicen sus ojos; no conocen nada mejor en la tierra que acostarse con una mujer. Tienen cieno en el fondo del alma, y ¡pobre de ellos si su cieno tiene espíritu! ¡Si al menos fueseis animales perfectos! Pero para ser animales hace falta inocencia. ¿Es que os recomiendo que matéis a vuestros sentidos? Os recomiendo la inocencia de vuestros sentidos. ¿Es que os recomiendo la castidad? En algunos la castidad es una virtud, pero en muchos otros es casi un vicio […] Si la castidad pesa a alguno, hay que apartarle de ella para que no sea el camino del infierno, es decir, el fango y la hoguera del alma (Así hablaba Zaratustra (1999) México, Porrúa. P. 28-29)
Tema 2
La filosofía ha consistido siempre en un examen de los conceptos a partir de múltiples usos en el lenguaje cotidiano. Desde Sócrates hasta Wittgenstein el material de la reflexión filosófica, donde iniciar su búsqueda incesante de claridad y distinción, es el riquísimo mundo del pensamiento humano y ordinario, tal como se expresa en el lenguaje común. Sin embargo, los significados del lenguaje ordinario suelen ser oscuros y confusos. Muchos términos son usados sin precisión, sus fronteras de aplicación son vagas, a menudo una misma palabra puede tener varios significados y expresar conceptos epistémicos diferentes; sobre todo en el lenguaje común no están sistematizados los conceptos, de modo que no se expresan sus relaciones lógicas. Al análisis filosófico le corresponde la clarificación, distinción y sistematización de estos términos, hasta llegar a un sistema ordenado de conceptos definidos con cierta precisión. Aunque parte de los usos comunes del lenguaje, el análisis conceptual conduce así a una reforma del lenguaje (Villoro Luis, Creer Saber Conocer (2000), México Siglo XXI, pág. 22-23.)
Tema 3
Algunos se apresuran demasiado en sus investigaciones, aplicando la solución de las cuestiones propuestas un criterio incierto y sin saber cuáles son los signos por los que han reconocer la cosa buscada si se presenta. Se parecen los que eso hacen al criado que enviado a algún sitio por su señor se tomara tal prisa por obedecer que saliera corriendo por la calle antes de recibir las órdenes de su amo y de saber a dónde se le enviaba. (Descartes 1997. Reglas para la dirección del espíritu México. Porrúa. 1997)
Tema 4
El hombre que en la vida presente hace uso de sus sentidos corporales, no puede de ninguna manera ver la esencia divina. Sin embargo, si alguien permanece en la vida terrena de manera simplemente potencial y no actual, o sea, si el alma, aunque permaneciendo unida al cuerpo, no hace uso de los sentidos corporales ni de la imaginación, entonces la contemplación puede llegar hasta la visión de la esencia divina. Éste es el supremo grado de contemplación posible en esta vida; se produce con el rapto, un estado intermedio entre el de la vida presente y el de la vida futura (Sineux, Raphael, O.P. (1976) Compendio de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino México: Tradición. Pág. 261)
Etapa final
Cita 1:
“Everyone who observes himself doubting observes a truth, and about that which he observes he is certain; therefore he is certain about a truth. Everyone therefore who doubts whether truth exists has in himself a truth on which not to doubt. . . . Hence one who can doubt at all ought not to doubt about the existence of truth” (St. Augustine, De Vera Religione, Ch. 39, No. 73)
Cita 2:
“The presence of an ethical symbol in a proposition adds nothing to its factual content. Thus if I say to someone, ‘You acted wrongly in stealing that money’, I am not stating anything more than if I had simply said, ‘You stole that money’. In adding that this action is wrong I am not making any further statement about it. I am simply evincing my moral disapproval of it. It is as if I had said, ‘You stole that money’, in a peculiar tone of horror, or written it with the addition of some special exclamation marks” (A. J. Ayer, Language, Truth and Logic, p. 110).
Cita 3:
“Is it true, that a little Philosophy inclineth Mans Minde to Atheisme; But depth in Philosophy, bringeth Mens Mindes about to Religion. . . .” (Francis Bacon, Essays, p. 51)
Cita 4:
“Man is defined as a human being and a woman as a female —whenever she behaves as a human being she is said to imitate the male” (Simone de Beauvoir, The Second Sex, trans. H. M. Parshley, p. 83).
Etapa preliminar
Texto 1
Apenas el niño ha salido del seno de la madre, y apenas goza de la libertad de mover y extender sus miembros, cuando se les ponen nuevas ligaduras. Se le enmantilla, se le acuesta con la cabeza inmóvil y las piernas alargadas, pendientes los brazos a los lados del cuerpo; él queda rodeado de telas y vendajes de toda clase, que no le permiten cambiar de posición. Feliz si no se le estrecha hasta el punto de impedirle respirar y si se ha tenido la precaución de acostarle sobre un lado a fin de que las aguas que él deba echar por la boca puedan salir por sí mismas, pues él no tendría la libertad de volver la cabeza hacia el lado para facilitar el vómito.
El niño recién nacido tiene necesidad de extender y mover sus miembros para sacarlos del embotamiento en donde, semejantes a un ovillo, han permanecido durante tanto tiempo. Se le extiende, es cierto, pero se le impide moverse; la misma cabeza se le sujeta mediante gorros; parece que se tiene miedo de que él no tenga el aire suficiente para vivir.
Una violencia tan cruel, ¿podría no influir sobre su humor, así como sobre su temperamento? Su primer sentimiento es un sentimiento de dolor y de pena, ellos no encuentran sino obstáculos para todos los movimientos de que tienen necesidad: más desgraciados que un criminal encadenado, ellos hacen vanos esfuerzos, se irritan, gritan. Sus primeras voces, decid, ¿son lágrimas? Yo lo creo así: les contrariáis desde su nacimiento; los primeros dones que reciben de vosotros son cadenas; los primeros tratos que perciben son tormentos.
(Rousseau, El Emilio, Cap. I)
Texto 2
Yo, Galileo Galilei, hijo del difunto Vincenso Galilei, de Florencia, de setenta años de edad, siendo citado personalmente a juicio y arrodillado ante vosotros, los eminentes y reverentes cardenales inquisidores generales de la República universal cristiana contra la depravación herética, teniendo ante mí los Sagrados Evangelios, que todo con mi propias manos, juro que siempre he creído y, con la ayuda de Dios, creeré en lo futuro, todos los artículos que la Sagrada Iglesia católica y apostólica de Roma sostiene, enseña y práctica. Por haber recibido orden de este Santo Oficio de abandonar para siempre la opinión falsa que sostiene que el Sol es el centro e inmóvil, siendo prohibido el mantener, defender o enseñar de ningún modo dicha falsa doctrina; y puesto que después de habérseme indicado que dicha doctrina es repugnante a la Sagrada Escritura, he escrito y publicado un libro en el que trato la misma condenada doctrina y aduzco razones con gran fuerza en apoyo de la misma sin dar ninguna solución; por eso he sido juzgado como sospechoso de herejía, esto es, que yo sostengo y creo que el Sol es el centro del mundo e inmóvil, y que la Tierra no es el centro y es móvil, deseo apartar de las mentes de vuestras eminencias y de todo católico cristiano esta vehemente sospecha, justamente abrigada contra mí; por eso, con un corazón sincero y fe verdadera, yo abjuro, maldigo y detesto los errores y herejías mencionados, y en general, todo error y sectarismo contrario a la Santa Iglesia; y juro que nunca más en el porvenir diré o afirmaré nada, verbalmente o por escrito, que pueda dar lugar a una sospecha similar contra mí; asimismo, si supiese de algún hereje o de algún sospechoso de herejía, lo denunciaré a este Santo Oficio o al inquisidor y ordinario del lugar en que pueda encontrarme. Juro, además, y prometo que cumpliré y observaré fielmente todas las penitencias que me han sido o me sean impuestas por este Santo Oficio. Pero si sucediese que yo violase alguna de mis promesas dichas, juramentos y protestas (¡qué Dios no quiera!), me someto a todas las penas y castigos que han sido decretados y promulgados por los sagrados cánones y otras constituciones generales y particulares contra delincuentes de este tipo. Así, con la ayuda de Dios y de sus Sagrados Evangelios, que todo con mis manos, yo, el antes mencionado Galileo Galilei, he abjurado, prometido y me he ligado a lo antes dicho; y en testimonio de ello, con mi propia mano he suscrito este presente escrito de mi abjuración, que he recitado palabra por palabra.
En Roma, en el convento de la Minerva, 22 de junio de 1633: yo, Galileo Galilei, he abjurado conforme se ha dicho antes por mi propia mano.
Texto 3
Para entender rectamente el poder político, y derivarlo de su origen, debemos considerar en qué estado se hallan naturalmente los hombres todos, que no es otro que el de perfecta libertad para ordenar sus acciones, y disponer de sus personas y bienes como lo tuvieren a bien, dentro de los límites de la ley natural, sin pedir permiso o depender de la voluntad de otro hombre alguno.
Pero aunque este sea estado de libertad, no lo es de licencia. Por bien que el hombre goce en él de libertad irrefrenable para disponer de su persona o sus posesiones, no es libre de destruirse a sí mismo, ni siquiera a criatura alguna en su poder, a menos que lo reclamare algún uso más noble que el de la mera preservación. Tiene el estado de naturaleza ley natural que lo gobierne y a cada cual obligue; y la razón, que es dicha ley, enseña a toda la humanidad, con sólo que ésta quiera consultarla, que siendo todos iguales e independientes, nadie, deberá dañar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones.
Y para que, frenados todos los hombres, se guarden de invadir los derechos ajenos y de hacerse daño unos a otros, y sea observada la ley de naturaleza, que quiere la paz y preservación de la humanidad toda, la ejecución de la ley de naturaleza se halla confiada, en tal estado, a las manos de cada cual, por lo que a cada uno alcanza el derecho de castigar a los transgresores de dicha ley hasta el grado necesario para impedir su violación. Porque sería la ley natural, como todas las demás leyes que conciernen a los hombres en este mundo, cosa vana, si nadie en el estado de naturaleza tuviese el poder de ejecutar dicha ley, y por tanto de preservar al inocente y frenar a los transgresores; mas si alguien pudiere en el estado de naturaleza castigar a otro por algún daño cometido, todos los demás podrán hacer lo mismo.
Y así, en el estado de naturaleza, un hombre consigue poder sobre otro, mas no poder arbitrario o absoluto para tratar al criminal, cuando en su mano le tuviere, según la apasionada vehemencia o ilimitada extravagancia de su albedrío, sino que le sancionará en la medida que la tranquila razón y conciencia determinen lo proporcionado a su transgresión, que es lo necesario para el fin reparador y el restrictivo. Porque tales son las dos únicas razones por las cuales podrá un hombre legalmente causar daño a otro, que es lo que llamamos castigo. Al transgredir la ley de la naturaleza, el delincuente pregona vivir según una norma distinta de aquella razón y equidad común, que es la medida que Dios puso en las acciones de los hombres para su mutua seguridad, y así se convierte en peligroso para la estirpe humana; desdeña y quiebra el vínculo que a todos asegura contra la violencia y el daño, y ello, como transgresión contra toda la especie y contra la paz y seguridad de ella, procurada por la ley de naturaleza, autoriza a cada uno a que por dicho motivo, según el derecho que le asiste de preservar a la humanidad en general, pueda sofrenar, o, donde sea necesario, destruir cuantas cosas les fueren nocivas, y así causar tal daño a cualquiera que haya transgredido dicha ley, que le obligue a arrepentirse de su malhecho, y alcance por tanto a disuadirle a él y, mediante su ejemplo, a los otros, de causar malhechos tales. Y, en este caso, y en tal terreno, todo hombre tiene derecho a castigar al delincuente y a ser ejecutor de la ley de naturaleza.
John Locke. Tratado Sobre el Gobierno Civil. Capítulo II. Del estado de naturaleza
Texto 4
Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que el bien y el mal no existen más que en la sensación, y la muerte es la privación de sensación. Un conocimiento exacto de este hecho, que la muerte no es nada para nosotros, permite gozar de esta vida mortal evitándonos añadirle la idea de una duración eterna y quitándonos el deseo de la inmortalidad. Pues en la vida nada hay temible para el que ha comprendido que no hay nada temible en el hecho de no vivir. Es necio quien dice que teme la muerte, no porque es temible una vez llegada, sino porque es temible el esperarla. Porque si una cosa no nos causa ningún daño en su presencia, es necio entristecerse por esperarla. Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros porque, mientras vivimos, no existe la muerte, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos. Por tanto, la muerte no existe ni para los vivos ni para los muertos porque para los unos no existe, y los otros ya no son. La mayoría de los hombres, unas veces teme la muerte como el peor de los males, y otras veces la desea como el término de los males de la vida. [El sabio, por el contrario, ni desea] ni teme la muerte, ya que la vida no le es una carga, y tampoco cree que sea un mal el no existir. Igual que no es la abundancia de los alimentos, sino su calidad lo que nos place, tampoco es la duración de la vida la que nos agrada, sino que sea grata. En cuanto a los que aconsejan al joven vivir bien y al viejo morir bien, son necios, no sólo porque la vida tiene su encanto, incluso para el viejo, sino porque el cuidado de vivir bien y el cuidado de morir bien son lo mismo. Y mucho más necio es aún aquel que pretende que lo mejor es no nacer, «y cuando se ha nacido, franquear lo antes posible las puertas del Hades». Porque, si habla con convicción, ¿por qué él no sale de la vida? Le sería fácil si está decidido a ello. Pero si lo dice en broma, se muestra frívolo en una cuestión que no lo es. Así pues, conviene recordar que el futuro ni está enteramente en nuestras manos, ni completamente fuera de nuestro alcance, de suerte que no debemos ni esperarlo como si tuviese que llegar con seguridad, ni desesperar como si no tuviese que llegar con certeza.
Carta a Meneceo. Epicuro
Citas II OMF Etapa final
Tema 1
"La duda es el primer paso hacia la ciencia o de la verdad. Quien no discute nada, no se asegura de nada; quien no duda de nada, no descubre nada y quien no descubre nada es ciego y permanece ciego".
(Denis Diderot, "Enciclopedia", 1765)
Tema 2
"La razón es, y sólo debe ser la esclava de las pasiones, y no puede pretender ningún otro cargo que el de servir y obedecer a ellos."
(David Hume, Tratado de la naturaleza humana, 1739-1740)
Tema 3
“La naturaleza y la educación son próximas una a la otra. Pues la educación transforma al hombre pero, mediante dicha transformación, le crea una segunda naturaleza”.
(Demócrito, fragmento 33)
Tema 4
"Los que pueden renunciar a la libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad."
(Benjamin Franklin; contribuciones a la Conferencia, 17 de febrero 1775)
Texto 1
“All proof, in an enough way where everyone judges the things by the disposition of his/ her brain or, better, take for realities the affections of his imagination. That’s why it is not to get overwhelmed (let’s notice it) that there had been between the mankind so many controversies we know, and of them, at last, the asepticism. Well, even though the human body agrees in many ways, it disagrees in some other [things]*, and that’s why, what to someone seems good, to someone else seems bad, what [seems] ordered, to someone else [seems] confusing, what is cool for someone, is disgusting for the other; as like this happens with everything…-everybody has enough experience with this. There are as many opinions as heads, and in each one abound its opinion; [effectively] there’s no less disagreement between the brains than between tongues. Those opinions show enough that the mankind judges the things by the disposition of their head, and that, better, they imagine that they understand them. Indeed, if they’d understood them –and of this is witness the mathematics- things would be (at less, and with reason of it) the same convincing to everybody, because (actually) they don’t result for everyone the same way attractive.”
Ethic; shown by the geometric order.
Texto 1: ÉTICA; DEMOSTRADA SEGÚN EL ORDEN
GEOMÉTRICO. Apéndice, Parte I, DE DEO. Fragmento. Benedictus De Spinoza.
Texto 2
Bibliografía: SCHOPENHAUER, Arthur (1851) “EL AMOR, LAS MUJERES Y LA MUERTE”.
Texto 3
Locke John, “Todos los hombres dotados con las mismas
facultades, y al participar todos de una naturaleza común, no puede suponerse
que haya entre nosotros subordinación”
Texto 3. Locke, John. SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL,
Cap. II. Alianza editorial, Madrid, 1990.
Categoría: español.
“No puede suponerse que haya entre nosotros subordinación que nos de derecho
a destruir al prójimo como si este hubiese sido creado para nuestro uso”
Locke, John. Segundo tratado sobre el gobierno civil, cap. II. Alianza editorial,
Madrid, 1990.
texto 4
“…Pues, así como el hombre, cuando llega a su perfección, es el mejor de los
animales, así también es el peor de todos cuando está divorciado de la ley y la
justicia…”
Aristóteles, La política, I, 1
Saber cómo se fabrican los automóviles, cómo funcionan y cómo se utilizan, así como conocer las reglas de tránsito y la política de transporte urbano, sirve de poco para ayudarnos a comprender cómo afectan los automóviles a la estructura de la vida moderna. En estos casos una comprensión estrictamente instrumental/funcional no es de utilidad. Lo que se necesita es una interpretación de las maneras, tanto obvias como ocultas, en que la vida diaria se transforma por el papel mediador de los elementos técnicos. En retrospectiva la situación es clara para cualquiera. Los hábitos, las percepciones, el concepto de uno mismo, las ideas de espacio y tiempo, las relaciones sociales y los límites morales y políticos, se han reestructurado fuertemente en el curso del desarrollo tecnológico moderno. Lo fascinante de este proceso es que las sociedades involucradas han alterado con rapidez algunos términos fundamentales de la vida humana sin aparentemente haberlo hecho. Se han producido grandes transformaciones en la estructura de nuestro mundo común sin tener en cuenta lo que implicaban dichas alteraciones. Se han emitido juicios acerca de la tecnología desde un punto de vista estrecho: si un nuevo elemento satisface una necesidad en particular, funciona mejor que su predecesor, produce beneficios o proporciona un servicio conveniente. Sólo más tarde se aclara el significado más amplio de la elección, típicamente en la forma de «efectos colaterales» o «consecuencias secundarias». Sin embargo, parece que es característico de la relación de nuestra cultura con la tecnología el hecho de que rara vez estamos inclinados a examinar, discutir o juzgar inminentes cambios con amplia y plena conciencia de lo que éstos implican. En el terreno técnico repetidamente nos involucramos en diversos contratos sociales cuyas condiciones se revelan sólo después de haberlos firmado.
Langdon Winner. La ballena y el reactor. Pag. 16. Editorial Gedisa. Barcelona 2008.
Texto 2
Las conclusiones erróneas más habituales en el hombre son estas: una cosa existe, tiene su legitimidad. En este caso se infiere de la capacidad de vivir a la adaptación aun fin, de la adaptación a un fin a su legitimidad. Una opinión es benéfica, luego es verdadera; su efecto es bueno, luego la opinión misma es buena y verdadera. En este caso se aplica al efecto el predicado: benéfico, bueno, en el sentido de útil, y entonces se dota a la causa del mismo predicado: buena, pero en el sentido de valedero lógicamente. La recíproca de estas proposiciones es: una cosa no puede imponerse ni sostenerse, luego es injusta; una opinión atormentada, luego es falsa. El espíritu libre que no aprende a conocer, sino por frecuentes aplicaciones, lo que tiene de viciosa esta manera de razonar y tiene que soportar sus consecuencias, cede a menudo a la tentación seductora de hacer las deducciones contrarias, que de un modo general son igualmente erróneas; una opinión no puede imponerse, luego es buena; causa inquietud, angustia, luego es verdadera.
Nietzsche. Humano, demasiado humano, Página 46, Editores Mexicanos Unidos 5a. edición, febrero de 1986
Texto 3
Igualdad biosférica, en principio. La cláusula “en principio” se inserta porque cualquier praxis realista necesita alguna muerte, explotación y supresión. El ecólogo de campo adquiere un respeto profundo, incluso una reverencia, por modos y formas de vida. Alcanza una comprensión desde dentro, un tipo de comprensión que otras personas alcanzan solo respecto a sus compañeros humanos y para un reducido espectro de modos y formas de vida. Para el ecólogo de campo, la igualdad de derecho a vivir y florecer es un axioma de valor intuitivamente claro y manifiesto. Su restricción a los seres humanos constituye un antropocentrismo con efectos nocivos sobre la calidad de vida de los seres humanos mismos. Esta calidad depende en parte del profundo placer y satisfacción que experimentamos al compartir con otras formas de vida. Los intentos por ignorar nuestra dependencia ecológica y por establecer una relación amo-esclavo han contribuido a la alienación del hombre respecto de sí mismo. La igualdad ecológica implica la reinterpretación de la variable “grado de hacinamiento” en la investigación futura, de manera que se considere seriamente el hacinamiento y la pérdida de calidad de vida de los mamíferos en general y no solo de los humanos. (La investigación acerca de los altos requerimientos de espacio libre de ciertos mamíferos ha sugerido, incidentalmente, que los teóricos de la urbanización han subestimado en gran parte los requerimientos de espacio-vital por parte de los humanos. Los síntomas del hacinamiento, tales como neurosis, agresividad, pérdida de tradiciones, son en gran medida los mismos entre todos los mamíferos).
Arne Naess. Los movimientos de la ecología superficial y la ecología profunda: un resumen. 1973 (Inquiry 16: 95-100). Traducción por Ricardo Rozzi y Christopher Anderson.
Texto 4
Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. Elegir ser esto o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos, porque nunca podemos elegir mal; lo que elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos. Si, por otra parte, la existencia precede a la esencia y nosotros quisiéramos existir al mismo tiempo que modelamos nuestra imagen, esta imagen es valedera para todos y para nuestra época entera. Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar de ser comunista; si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la solución que conviene al hombre, que el reino del hombre no está en la tierra, no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado para todos; en consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera. Y si quiero —hecho más individual— casarme, tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión, o de mi deseo, con esto no me encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia. Así soy responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre.
Texto 1
Del mismo modo que no tan sólo la edad viril, sino también la juventud y la infancia tienen valor en sí, y no deben apreciarse solamente como transiciones y pasajes, así también los pensamientos que no se han terminado tienen su valor. No debemos, pues, mortificar a un poeta por un comentario sutil y reírnos de la incertidumbre de su horizonte como si el camino que lleva a más altas ideas estuviese ya expedito. Se detiene uno en el umbral: se espera como para el desenterramiento de un tesoro; procede como si debiera hace rse un feliz hallazgo de pensamientos profundos.
Friedrich Wilhelm Nietzsche. Humano demasiado humano, Editores Mexicanos Unidos, 5ª edición, Página 172.
Texto 2
Y aunque las grandes obras ingeniería de los cretenses, los egipcios y los romanos fueron realizadas principalmente sobre una base empírica, aquellos pueblos disponían claramente de una gran pericia técnica. Tenían máquinas; pero no desarrollaron “la máquina”. Correspondió a los pueblos de Europa occidental llevar las ciencias físicas y las artes exactas hasta un punto que ninguna otra cultura había alcanzado, y adaptar toda la forma de vida al paso y a las capacidades de la máquina. ¿Cómo ocurrió esto? ¿Cómo pudo la máquina, de hecho apoderarse de la sociedad europea hasta que esta sociedad, por una acomodación interna, se rindiera a la máquina?
Lewis Munford, Técnica y civilización. Alianza Universidad 1971. Página 11.
Texto 3
En efecto, el uso de las leyes (que no son sino normas autorizadas) no se hace para obligar al pueblo, limitando sus acciones voluntarias, sino para dirigirle y llevarlo a ciertos movimientos que no les hagan chocar con los demás, por razón de sus propios deseos impetuosos, su precipitación o su indiscreción; del mismo modo que los setos se alzan no para detener a los viajeros, sino para mantenerlos en el camino. Por consiguiente, una ley que no es necesaria, y carece por tanto, del verdadero fin de una ley, no es buena. Una ley puede concebirse como buena cuando es para el beneficio del soberano, aunque no sea necesaria para el pueblo. Pero esto último nunca puede ocurrir, porque el bien del soberano y el del pueblo nunca discrepan.
Thomas Hobbes. Levihatnan
Texto 4
“Seguro que recuerdas la película Frankenstein, interpretada por ese entrañable monstruo de monstruos que fue Boris Karloff. Intentamos verla juntos en la tele cuando eras bastante pequeñajo y tuve que apagar porque, según me dijiste con elegante franqueza, «me parece que empieza a darme demasiado miedo». Bueno, pues en la novela de Mary W. Shelley en la que se basa la película, la criatura hecha de remiendos de cadáveres hace esta confesión a su ya arrepentido inventor: «Soy malo porque soy desgraciado». Tengo la impresión de que la mayoría de los supuestos “malos” que corren por el mundo podrían decir lo mismo cuando fuesen sinceros. Si se comportan de manera hostil y despiadada con sus semejantes es porque sienten miedo, o soledad, o porque carecen de cosas necesarias que otros muchos poseen: desgracias, como verás. O porque padecen la mayor desgracia de todas, la de verse tratados por la mayoría sin amor ni respeto, tal como le ocurría a la pobre criatura del doctor Frankenstein, a la que sólo un ciego y una niña quisieron mostrar amistad. No conozco gente que sea mala de puro feliz ni que martirice al prójimo como señal de alegría. Todo lo más, hay bastantes que para estar contentos necesitan no enterarse de los padecimientos que abundan a su alrededor y de algunos de los cuales son cómplices. Pero la ignorancia, aunque esté satisfecha de sí misma, también es una forma de desgracia...
Ética para Amador. Fernando Savater
Etapa preliminar
Texto 1
Que pensamientos y razonamientos, como: “Permaneceré despreciado; jamás seré alguien en el mundo”; no te preocupen nunca. Pues, si el desprecio es un mal, tú no puedes estar en el mal por medio de ajeno, no más que en lo feo. ¿Depende de ti ser nombrado en un puesto prestigioso? ¿Depende de ti ser invitado a una fiesta? En absoluto. ¿Como puede entonces ser esto un desprecio y un deshonor para ti? ¿Cómo puede ser que no seas alguien en el mundo, tú, que no puedes ser más que de lo que ti depende, y de lo que tu puedes responder con la mayor consideración? “Pero no tendré recursos para proteger a los míos...” ¿Qué significa, “tener recursos”? ¿Que tú no les darás dinero? ¿Qué no les invitarás a pasar vacaciones contigo? ¿Quién te ha dicho que estas cosas son del número de aquellas que están en nuestro poder, y que no pertenecen más que a nosotros? ¿Y quién puede dar a los otros, lo que no puede darse a sí mismo? “Adquiere bienes, dirán, para que nosotros los tengamos” Si puedo adquirir, sin perder el pudor, la modestia, la fidelidad, la magnanimidad, muéstrame el camino que hay que tomar para ser rico, y lo seguiré. Pero si quieres que yo pierda mis verdaderos bienes a fin de adquirir falsos, ve por ti mismo cuál desigual ti enes la balanza, y hasta qué punto eres ingrato y desconsiderado. ¿Qué es lo que amas, el dinero, o un amigo sabio y fiel?. Ah! Ayúdame entonces a adquirir virtudes, y no exijas que haga cosas que me harían perderme.
EL MANUAL DE EPICTETO POR EPICTETO Traducido por Margarita Mosquera
Biblioteca Nueva Era Rosario – Argentina Adherida al Directorio Promineo
Texto 2
Dentro de estas clases, parece que es más amistad la debida al placer, cuando se producen las mismas prestaciones por ambas partes y se complacen mutuamente o con las mismas cosas. Tales son las amistades de los jó venes, pues en ellas hay más generosidad, mientras que la de utilidad es propia de mercaderes. Los afortunados no precisan de la utilidad, pero sí del placer: desean tener trato con algunos, pero soportan lo desagradable por poco tiempo -nadie soportaría continuamente ni siquiera al propio bien, si le resultara fastidioso. Por eso buscan amigos agradables, pero quizá éstos debían ser también buenos, y, lo que es más, buenos para ellos, pues de este modo se darán en ellos todos los requisitos de los amigos. Pero los poderosos parece que se sirven de los amigos por separado: unos les son útiles y otros agradables, pero de ninguna manera son ambas cosas los mismos, porque no buscan a los que son agradables en unión de la virtud, ni a los útiles para lo bueno, sino a unos que sean ingeniosos porque buscan lo placentero, y a otros que sean capaces de hacer lo que se les ordene.
Etica a Nicomaco. 2005. TRADUCCIÓN Y NOTAS DE JOSÉ LUIS CALVO MARTÍNEZ. Alianza Editorial, p. 244
Texto 3
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto, sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por querer es una decisión consciente, que para la mayoría de nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo. Yo puedo querer adherirme a un partido, escribir un libro, casarme; todo esto no es más que la manifestación de una elección más original, más espontánea que lo que se llama voluntad. Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es.
Texto 4
“Ha nacido una nueva modernidad: coincide con la “civilización del deseo” que se construyó durante la segunda mitad del siglo XX. (…) El capitalismo de consumo ha ocupado el lugar de las economías de producción. (…) La vida en presente ha reemplazado a las expectativas del futuro histórico y el hedonismo a las militancias políticas; la fiebre del confort ha sustituido a las pasiones nacionalistas y las diversiones a la revolución. (…) El vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas, en el objetivo supremo de las sociedades democráticas, en un ideal proclamado a los cuatro vientos. (…) En apariencia, nada o casi nada ha cambiado: nos movemos todavía en la sociedad del supermercado y de la publicidad, del coche y de la televisión. Sin embargo, en los dos últimos decenios se ha producido un nuevo “seísmo” que ha puesto fin a la buena y vieja sociedad de consumo. (…) Se ha puesto en marcha una nueva fase del capitalismo de consumo y es la sociedad de hiperconsumo. (…)
Gilles Lipovetsky, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad
de hiperconsumo. Barcelona. Editorial Anagrama, 2007.
CITAS VIII Olimpiada Mexicana de Filosofía. Etapa Nacional
Texto 1
Ahora bien: no pudiendo existir ni subsistir una sociedad política sin poseer en sí misma el poder necesario para la defensa de la propiedad, y para castigar los atropellos cometidos contra la misma por cualquiera de los miembros de dicha sociedad, resulta que solo existe sociedad política allí, y allí exclusivamente, donde cada uno de los miembros ha hecho renuncia de ese poder natural, entregándolo en manos de la comunidad para todos aquellos casos que no le impiden acudir a esa sociedad en demanda de protección para la defensa de la ley que ella estableció. Vemos, pues, que al quedar excluido el juicio particular de cada uno de los miembros, la comunidad viene a convertirse en árbitro y que, interpretando las reglas generales y por intermedio de ciertos hombres autorizados por esa comunidad para ejecutarlas, resuelve todas las diferencias que puedan surgir entre los miembros de dicha sociedad en cualquier asunto de Derecho, y castiga las culpas que cualquier miembro haya cometido contra la sociedad, aplicándole los castigos que la ley tiene establecidos.
John Locke. Segundo ensayo sobre el gobierno civil. Ed. Aguilar, Madrid 1980, p. 63-75.
Texto 2
Por eso, para bien y para mal, es mucho menos importante lo que sucede a uno en la vida que la manera en que lo experimenta, o sea el tipo y el grado de su receptividad en cualquiera de las maneras. No es razonable que a menudo uno envidie a otro por algunos sucesos interesantes de su vida; en lugar de ello debería tener envidia de la sensibilidad gracias a la cual esos sucesos parecen tan interesantes en su descripción. El mismo acontecimiento, que resulta tan interesante cuando lo vive un genio, en una cabeza sosa se habría convertido en una escena insípida del mundo cotidiano. Así, la misma escena que para un melancólico puede ser trágica, lo es mucho menos para un flemático y un sanguíneo.
Artur Schopenhauer. El arte de ser feliz. Editorial Herder. p. 28
Texto 3
Al parecer hay aquí dos posturas irreconciliables: los representantes de la primera postura parten de un derecho global de libertad de movimiento, y los representantes de la otra postura, de un derecho legítimo de Estados nacionales a limitar el acceso de terceros a su absoluta discreción. ¿Qué postura toma su "ética de la migración" al respecto?
De hecho, se enfrentan, por un lado, los partidarios de la apertura de las fronteras, en su mayoría representantes del cosmopolitismo o universalismo, y, por otro, los defensores de la legitimidad de las fronteras estatales, que en el discurso anglosajón son denominados sin tapujos "nacionalistas" o "comunitaristas". Yo mismo me veo como un representante del cosmopolitismo, es decir, de la tesis de que, más allá de los Estados nacionales, existen normas y valores vinculantes y comunes, en cuyo núcleo se encuentran los derechos humanos. Si bien soy escéptico frente a fundamentos comunitaristas (o incluso nacionalistas) del Estado, a la vez defiendo la legitimidad de las fronteras nacionales.
Breve entrevista sobre migración. Julian Nida-Rümelin (1954- ) Filósofo Alemán y exsecretario de Estado. 14 de noviembre de 2016.
Texto 4
Así pues, el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco, por consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su fundamento determinante en ese efecto esperado. Pues todos esos efectos (el agrado por el estado propio, incluso el fomento de la felicidad ajena) pueden realizarse por medio de otras causas, y no hace falta para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en donde puede, sin embargo, encontrarse el bien supremo y absoluto. Por lo tanto, ninguna otra cosa, sino sólo la representación de la ley en sí misma (que desde luego no se encuentra más que en un ser racional en cuanto que ella, y no el efecto esperado, es el fundamento determinante de la voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el cual está ya presente en la persona misma que obra según esa ley, y que no es lícito esperar de ningún efecto de la acción.
Immanuel Kant. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. P. 6.
Fase Preliminar
Texto 1
Si un hombre pasea por el bosque por simple placer, dedicándole la mitad de cada día a esta actividad, está en peligro de ser considerado como un holgazán, pero si dedica el día entero como un especulador, cortando bosques y dejando la tierra árida antes de tiempo, se le considera un ciudadano laborioso y emprendedor. ¡Como si una ciudad no tuviera más interés en sus bosques que el de talarlos!
Henry David Thoreau. Una vida sin principios
Texto 2
Cuando consideras que cierta cosa que no está en tu mano, sea lo que sea, es buena o mala para ti, formas tus quejas contra los dioses y concibes odio contra los hombres, pues los consideras autores (o sospechas que podrían serlo) de tu caída en el mal o de la pérdida de algo bueno. Y, en efecto, ocurre que muchas veces obramos contra la justicia y la razón por el desacuerdo en torno a estas cosas. No obstante, si nosotros juzgáramos por bienes o males aquellos que únicamente dependen de nuestro arbitrio, no nos quedaría ningún móvil para culpar a los dioses para odiar.
Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VI.
Texto 3
En una gran variedad de contextos se han desarrollado argumentos acerca de que las tecnologías son en algún sentido inherentemente políticas. …Una de las versiones sostiene que la adopción de un sistema técnico requiere efectivamente la creación y mantenimiento de un conjunto especial de condiciones sociales como entorno operativo de dicho sistema ... «si aceptamos las plantas nucleares, también aceptamos a una elite técnico-científica-industrial-militar. Si estas personas no estuvieran al mando, no podríamos tener poder nuclear». Según esta concepción algunos tipos de tecnología requiere que su entorno social se estructure de una manera particular, del mismo modo en que un automóvil necesita ruedas para poder moverse. … Platón considerara una necesidad práctica que un barco tuviera un capitán y una tripulación incuestionablemente obediente.
Langdon Winner. La ballena y el reactor.
Editorial Gedisa. 1ª Edición 1987. España. Traducción: Elizabeth B. Casals Página 38.
Texto 4
… los bienes que el hombre puede gozar se dividen en tres clases: bienes que están fuera de su persona, bienes del cuerpo y bienes del alma; consistiendo la felicidad en la reunión de todos ellos. No hay nadie que pueda considerar feliz a un hombre que carezca de prudencia, justicia, fortaleza y templanza, que tiemble al ver volar una mosca, … y que, no menos degradado en punto a conocimiento, fuera tan irracional y tan crédulo como un niño o un insensato. Cuando se presentan estos puntos en esta forma, se conviene en ellos sin dificultad. Pero en la práctica no hay esta conformidad, ni sobre la medida, ni sobre el valor relativo de estos bienes. Se considera uno siempre con bastante virtud, por poca que tenga; pero tratándose de riqueza, fortuna, poder, reputación y todos los demás bienes de este género, no encontramos límites que ponerles, cualquiera que sea la cantidad en que los poseamos.
Aristóteles. Política · libro cuarto, capítulo primero
De la vida perfecta
Citas IX OMF Fase Estatal
Texto 1
Todo Estado es, evidentemente, una asociación, y toda asociación no se forma sino en vista de algún bien, puesto que los hombres, cualesquiera que ellos sean, nunca hacen nada sino en vista de lo que les parece ser bueno. Es claro, por tanto, que todas las asociaciones tienden a un bien de cierta especie, y que el más importante de todos los bienes debe ser el objeto de la más importante de las asociaciones, de aquella que encierra todas las demás, y a la cual se llama precisamente Estado y asociación política.
Aristóteles. Libro I de la "Política".
Capítulo I. Origen del Estado y de la Sociedad
Texto 2
De la misma forma en que los cirujanos tienen siempre a la mano los instrumentos de su profesión para las curas repentinas, así de preparados deberás tener tus principios para comprender las cosas divinas y humanas, o bien, para llevar a cabo todas tus acciones, incluso las más mínimas, en tal conformidad como quien comprende la mutua relación que tienen las cosas entre sí.
Marco Aurelio. Meditaciones.
Libro tercero
Texto 3
El juicio del gusto es estético. Para decidir si una cosa es bella o no lo es, no referimos la representación a un objeto por medio del entendimiento, sino al sujeto y al sentimiento de placer o de pena por medio de la imaginación (quizá medio de unión para el entendimiento). El juicio del gusto no es, pues, un juicio de conocimiento; no es por tanto lógico, sino estético, es decir, que el principio que lo determina es puramente subjetivo. Las representaciones y aun las sensaciones, pueden considerarse siempre en una relación con los objetos (y esta relación es lo que constituye el elemento real de una representación empírica); mas en este caso no se trata de su relación con el sentimiento de placer o de pena, el cual no dice nada del objeto, sino simplemente del estado en que se encuentra el sujeto, cuando es afectado por la representación
Immanuel Kant. Crítica del juicio.
Primer libro Analítica de lo bello.
Texto 4
El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto, sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que querrá ser.
Ediciones del 80, Barcelona,
Citas IX OMF Fase Nacional
Texto 1
¿No ves como los artesanos manuales, aunque suelen condescender un poco con los idiotas e ignorantes de su arte no dejan de alegar contra ellos sus razones e insisten en no separarse de ellas? Ahora bien, ¿no te parece mal que el aprecio de un arquitecto o un médico por lo que prescribe su arte sea mayor que el aprecio que algún hombre tenga por lo que le dicta la razón, cuando ésta es común a los seres humanos y a los dioses?
Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VI.
Texto 2
Nos faltaría por investigar una última cuestión: el criterio de la verdad. No basta que nuestros juicios sean verdaderos, necesitamos la certeza de que lo sean. ¿Qué nos podría dar esa certeza? ¿De qué manera podríamos reconocer que un juicio es verdadero o falso? Estamos hablando aquí de un criterio de verdad, que no podría establecerse sin antes elaborar un concepto claro de verdad.
Texto 3
La vida creadora supone un régimen de alta higiene, e gran decoro, de constantes estímulos, que excitan la conciencia de la dignidad. La vida creadora es vida enérgica, y esta sólo es posible en una de estas situaciones: o siendo uno el que manda, o hallándose alojado en un mundo donde manda alguien a quien reconocemos pleno derecho para tal función; o mando yo, u obedezco. Pero obedecer no es aguantar –aguantar es envilecerse-, sino, al contrario, estimar al que manda y seguirlo, solidarizarse con ál, situándose con fervor bajo el ondeo de su bandera.
José Ortega y Gasset. La rebelión de las masas. Segunda parte, capítulo IV.
Texto 4
Del amor nacen, pues, en el sujeto muchas cosas: deseos, pensamientos, voliciones, actos; pero todo esto que del amor nace como la cosecha de una simiente, no es el amor mismo; antes bien, presupone la existencia de éste. Aquello que amamos, claro está que, en algún sentido y forma, lo deseamos también; pero, en cambio, deseamos notoriamente muchas cosas que no amamos, respecto a las cuales somos indiferentes en el plano sentimental. Desear un buen vino no es amarlo; el morfinómano desea la droga al propio tiempo que la odia por su nociva acción.
… el deseo muere automáticamente cuando se logra; fenece al satisfacerse. El amor, en cambio, es un eterno insatisfecho.
Estudios sobre el amor. José Ortega y Gasset
Fase Regional
Cita 1
Quien procede injustamente es más desgraciado que la víctima de su injusticia.
Demócrito
Cita 2
Para Dios todo es hermoso, bueno y justo. Los hombres han concebido lo justo y lo injusto.
Heráclito
Cita 3
Las victorias sobre enemigos merecen himnos, las de sobre hermanos y amigos cantos fúnebres.
Gorgias de Leóntinos
.
Cita 4
La verdad puede más que la razón.
Sófocles
Citas X OMF Fase Estatal
Texto 1
No hay nada más condicionado e incluso más limitado que nuestro sentido de la belleza. Quien trate de concebirla al margen del placer que un hombre produce a otro, sentirá que no pisa tierra firme. Lo «bello en sí»no es más que una expresión, ni siquiera es una idea.
Nietzsche. El ocaso de los ídolos. Cap. 19. Incursiones de un intempestivo.
Texto 2
Todo animal tiene ideas, puesto que tiene sentidos y aun las coordina hasta cierto punto. El hombre no difiera a este respecto de la bestia más que por la cantidad, habiendo llegado algunos filósofos hasta a afirmar que la diferencia que existe es mayor de a hombre a hombre que de hombre a bestia.
Rousseau. Discurso sobre el origen de la desigualdad.
Texto 3
El innovador se transforma en enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, y no se granjea sino la amistad tibia de los que se beneficiarán con las nuevas. Tibieza en estos, cuyo origen es, por un lado, el temor a los que tienen de su parte a la legislación antigua, y por otro, la incredulidad de los hombres, que nunca fían en las cosas nuevas hasta que ven sus frutos.
Maquiavelo. El príncipe. Cap. VI De los principados nuevos que se adquieren con las armas propias y el talento personal.
Texto 4
Y este modo de pensar nos obliga a interpretar análogamente lo social: la sociedad está compuesta de rangos indestructibles. Hay los reyes, los nobles, los guerreros, los sacerdotes, los campesinos, los comerciantes, los artesanos. Todo esto lo hay, lo habrá siempre, sin remedio, indestructiblemente, cada figura social encerrada en sí misma.
Ortega y Gasset. En torno a Galileo. Lección XII
Citas X OMF Fase Nacional
Texto 1
En la juventud domina la intuición, en la madurez el pensamiento: de ahí que aquella sea la edad de la poesía; y está la de la filosofía. También en el plano práctico, en la juventud uno se deja guiar por lo intuido y la impresión que causa, mientras que en la madurez solo por el pensamiento. […] La mayor energía y la máxima tensión de las fuerzas del espíritu tienen lugar, sin duda alguna, durante la juventud, como muy tarde hasta el trigésimo quinto año de vida: a partir de ese momento, comienzan a decrecer, aunque sea muy lentamente.
Arthur Schopenhauer. El arte de sobrevivir
Texto 2
He aquí otra comparación que no lo es: así como la piloto peca igualmente, si hecha a pique una nave cargada de paja o una nave cargada de oro, así peca igualmente el que injuria a su padre y el que injuria a su ciervo. Pero ¿no vez tú que, por parte del piloto, nada importa el saber de qué especie es la carga que lleva el barco? Que lleve oro o que lleve paja, nada importa para el bueno o mal gobierno del piloto. Pero todo el mundo puede y debe entender la diferencia que hay entre el padre y el siervo. Y aunque en la náutica no importa nada, en la moral importa mucho saber en qué género se peca.
Cicerón. Del sumo bien y del sumo mal. Editorial cumbre 1979. P. 118-119.
Texto 3
Hay hombres que no admiten más demostraciones que las de las matemáticas; otros no quieren más que ejemplos; otros no encuentran mal que se invoque el testimonio de los poetas. Los hay, por último, que exigen que todo sea rigurosamente demostrado; mientras que otros encuentran este rigor insoportable, ya porque no pueden seguir la serie encadenada de demostraciones, ya porque piensan que es perderse en futilidades. Hay, en efecto, algo de esto en la afectación del rigorismo de la ciencia. Así es que algunos consideran indigno que el hombre libre lo emplee, no solo en la conversación, sino también en la discusión filosófica.
Aristóteles. Metafísica. Libro 2.
Texto 4
No, la vida no es existir solo mi mente, mis ideas: es todo lo contrario. Desde Descartes el hombre occidental se había quedado sin mundo. Pero vivir significa tener que ser fuera de mí, en el absoluto fuera que es la circunstancia o mundo: es tener quiera o no, que enfrentarme y chocar constante, incesantemente con cuanto integra este mundo: minerales, plantas, animales, los otros hombres.
Ortega y Gasset. El hombre y la gente. Capítulo II
Citas XI OMF Fase Regional
Texto 1
La naturaleza humana es tan inmutable como la del cielo, el sol y los elementos, y como esto puntualmente, el hombre será siempre, en todo tiempo o latitud, lo que siempre ha sido. “De acuerdo con el mismo orden, y siempre, los hombres nacieron, vivieron y murieron”. En todas las ciudades y en todos los pueblos los hombres han estado siempre sujetos a los mismos deseos y a las mismas pasiones, y con la misma fatal inclinación al mal.
Gómez Robledo. Nicolás Maquiavelo en su 5° Centenario.
Editorial Porrúa. p. XXIII.
Texto 2
Me parece que lejos de decir qué piensan las rocas, ha descubierto por el contrario la filosofía moderna que no piensan los hombres. No reconoce en la Naturaleza más que seres sensitivos; y la única diferencia que halla entre un hombre y una piedra, es que el hombre es un ser sensitivo que tiene sensaciones y la piedra un ser sensitivo que no las tiene.
Rousseau. Emilio o de la educación. Libro cuarto.
Texto 3
No hay quien no quiera , ¡oh hermano Galión!, vivir felizmente, pero para ver qué es lo que hace la vida feliz, todos andan ciegos; por eso no es nada fácil conseguir una vida bienaventurada hasta el punto de que tanto más se separa de ella quien con más vehemencia la busca, si se equivoca de camino, pues si va por el contrario, la misma velocidad es causa de un mayor distanciamiento.
Cicerón. De la vida bienaventurada.
Texto 4
¿No ves como los artesanos manuales, aunque suelen condescender un poco con los idiotas e ignorantes de su arte no dejan de alegar contra ellos sus razones e insisten en no separarse de ellas? Ahora bien, ¿no te parece mal que el aprecio de un arquitecto o un médico por lo que prescribe su arte sea mayor que el aprecio que algún hombre tenga por lo que le dicta la razón, cuando ésta es común a los seres humanos y a los dioses?.
Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VI.
Citas XI OMF Fase Estatal
Texto 1
Porque de tres cosas depende la belleza: en primer lugar, de la integridad o perfección, y por eso consideramos feo lo que está incompleto; luego, de la justa proporción, o sea de la consonancia; por último, de la claridad y la luz, y, en efecto, decimos que son bellas las cosas de colores nítidos. Y como la contemplación de la belleza entraña la paz, y para nuestro apetito lo mismo es sosegarse en la paz, en el bien o en la belleza, me sentí invadido por una sensación muy placentera y pensé en lo agradable que debería de ser trabajar en aquel sitio.
Umberto Eco. El nombre de la Rosa
Texto 2
Una moral sin fundamentación, es decir, un mero moralizar, no puede surtir efecto porque no motiva. Pero una moral que motive solo puede hacerlo actuando sobre el amor propio. Mas lo que de ella surja no puede tener valor moral. De ahí se sigue que ni la moral ni el conocimiento abstracto en general pueden dar origen a una auténtica virtud, sino que esta ha de nacer del conocimiento intuitivo que conoce en el individuo ajeno la misma esencia que en el propio. Pues, ciertamente, la virtud nace del conocimiento; pero no del abstracto, que se puede comunicar con palabras. Si fuera así, se podría enseñar y, al expresar aquí en abstracto su esencia, y el conocimiento que lo funda, habríamos mejorado tamblen éticamente a quien lo comprendiera. Pero eso no es en modo alguno así. Antes bien, con las exposiciones o sermones éticos no se ha podido hacer un hombre virtuoso más de lo que todas las estéticas desde Aristóteles acá hayan hecho un poeta. Pues el concepto es estéril para la verdadera e íntima esencia de la virtud como lo es para el arte, y solo totalmente subordinado como instrumento puede prestar servicio en la ejecución y conservación de lo que ha sido conocido y resuelto por otra vía.
Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación.
Libro segundo. Traducción, introducción y notas de Pilar López de Santa María. P 208.
Texto 3
El arte de pensar bien no se aprende tanto con reglas como con modelos. A los que se empeñan en enseñarle a fuerza de preceptos y de observaciones analíticas se los podría comparar con quien emplease un método semejante para enseñar a los niños a hablar o andar.
Balmes, J.. El criterio. Parte V. Ed. Porrúa.
Texto 4
Tucídides destaca en medio de este caos un hecho singular y paradójico: la región del Ática estuvo libre de discordias desde muy antiguo, no por excelencia moral de sus habitantes ni por especial favor divino, sino pura y simplemente por la circunstancia contingente de la pobreza de su tierra que la protegía de la codicia ajena. Ese hecho, de signo negativo fue, sin embargo, enormemente favorable para aquella región y de él brotan las raíces remotas del futuro poderío de Atenas.
Tucídides. Guerra del Peloponeso. Traducción de Diego Gracian.
Estudio preliminar de Edmundo O’Gorman Esta edición: Enero, 2007 Edición y diseño del libro: Patyta, Pagina 9.
Citas XI OMF Fase Nacional
Texto 1
La humanidad habría desaparecido hace tiempo de no existir siempre una gran cantidad de hombres que considerara a la disciplina de su cerebro (es decir, a su racionalidad) un motivo de orgullo, una virtud y un deber y que, dotados del buen «sentido común», se hayan considerado humillados y ofendidos ante cualquier delirio o desliz del pensamiento.
Nietzsche. La gaya ciencia. Fragmento 76, el mayor peligro.
Ed. Grandes de la Literatura.
Texto 2
“La gran ventaja de las ciencias matemáticas sobre las morales consiste en lo siguiente: las ideas de las primeras, al ser sensibles, son siempre claras y precisas; la más mínima diferencia entre ellas es inmediatamente perceptible, y los términos expresan siempre las mismas ideas, sin ambigüedad ni variación. Jamás se confunde un ovalo con un círculo ni una hipérbola con una elipse. El isósceles y el escaleno se caracterizan por sus límites más precisos que los de vicio y virtud, bien y mal. Si se definiera un término geométrico, la mente por sí sola sustituiría fácilmente la definición de lo definido, y aun cuando no se emplee la definición, el objeto mismo puede presentarse a los sentidos y, de esta forma, aprehenderse firme y claramente. Pero los sentimientos más elevados de la mente, las operaciones del entendimiento, las diversas agitaciones de las pasiones, aun cuando son diferentes en sí mismos, fácilmente se nos escapan cuando la reflexión las examina… objetos similares fácilmente se toman como iguales y, finalmente, la conclusión está demasiado alejada de las premisas”.
David Hume: Investigación sobre el conocimiento humano.
Traducción, prólogo y notas de Jaime de Salas Ortueta, p. 84. Alianza Editorial. Madrid.
Texto 3
La esencia originariamente metafórica, puesto que pasional, dice Rousseau, de nuestro lenguaje. Lo que autoriza aquí la interpretación de Lévi-Strauss es ese Ensayo sobre el origen de las lenguas, del que más adelante intentaremos una lectura paciente: "Como los primeros motivos que hicieron hablar al hombre fueron las pasiones [y no las necesidades], sus primeras expresiones fueron tropos. El lenguaje figurado fue el primero en nacer".
Jacques Derrida. De la Gramatología. Siglo XXI Editores. Traducción de Oscar del Barco y Conrado Ceretti. Cuarta edición en español. México 1986. P 138.
Texto 4
En el fondo el hombre se mira en el espejo de las cosas y considera bello todo lo que le devuelve su imagen. El juzgar algo «bello» constituye la vanidad característica de nuestra especie. Puede que una ligera sospecha le susurre al escéptico al oído: ¿está realmente embellecido el mundo porque el hombre lo considere bello? El hombre lo ha humanizado: eso es todo.
Nietzsche. El ocaso de los ídolos. Incursiones de un intempestivo. Fragmento 19.
Citas XII OMF Regional
Texto 1
Llevo por indisputable máxima, que aquel que sólo ha visto un pueblo, en vez de conocer a los hombres, solamente conoce a las gentes entre quienes ha vivido… el que ha comparado diez pueblos, conoce a los hombres, como el que ha visto diez franceses, conoce a los franceses.
Juan Jacobo Rousseau. Emilio o de la Educación. Libro Quinto. Editorial Porrúa. Sepan cuantos… pág. 360.
Texto 2
En vano la naturaleza, estudioso lector, madre de todas las cosas. hubiera producido las plantas, árboles y flores virtuosas, si el hombre no fuera en el mundo, que con su ingenio y saber descubriera sus virtudes para conseguir el efecto de ellas.
Francisco Hernández. Cuatro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas… en el texto Filosofía Mexicana en sus hombres y en sus textos. Editorial Porrúa. Pag 23.
Texto 3
La investigación de la verdad es, en un sentido, difícil; pero, en otro, fácil. Lo prueba el hecho de que nadie puede alcanzarla dignamente, ni yerra por completo, sino que cada uno dice algo acerca de la Naturaleza; individualmente, no es nada, o es poco, lo que contribuye a ella; pero de todos reunidos se forma una magnitud apreciable. De suerte que, si verdaderamente la situación es aquí similar a la que solemos expresar por un proverbio, ¿quién puede no dar en una puerta?. En este sentido, la investigación de la verdad sin duda es fácil; pero el hecho de alcanzar el todo y no poder alcanzar una parte muestra su dificultad.
Aristóteles. Metafísica. Libro II Capítulo 1
Texto 4
Sin duda no soy libre para no querer mi propio bien, ni soy libre para querer mi mal; más en eso mismo se cifra mi libertad, en que solo puedo querer lo que me conviene, o lo que pienso que me conviene, sin que ninguna cosa ajena de mí me determine.
Juan Jacobo Rousseau. Emilio o de la Educación. Libro Cuarto. Editorial Porrúa. Sepan cuantos… pág. 211.
Citas XII OMF Estatal
Texto 1
Exigir de la fortaleza que no sea un querer dominar, un sojuzgar, un enseñorearse, una sed de enemigos, de resistencias y de triunfos, es tan absurdo como exigir de la debilidad que se exteriorice como fortaleza.
Nietzsche. La genealogía de la moral. Tratado primero. Bueno y malo. Apartado 13.
Texto 2
Hay entre los hombres, a pesar de la absoluta igualdad de naturaleza, desigualdad de ingenios. Porque unos son intelectualmente torpes y tardos, otros agudos y perspicaces. Y por este capítulo piensan algunos que nace en estos el derecho de mandar y en aquellos la necesidad de obedecer.
Francisco Javier Alegre. Origen de la Autoridad. en el texto Filosofía Mexicana en sus hombres y en sus textos. Editorial Porrúa. Pag 82.
Texto 3
¿Es que, si hubieran llegado a los ochocientos años en lugar de los ochenta, iba por ello a serles menos pesada la vejez? Pues la edad que se ha deslizado, por largo que haya sido su trayecto, una vez transcurrida, no puede proporcionar ningún consuelo a una vejez necia.
Marco Tulio Cicerón. De la Vejez. Capitulo II, punto 5.
Texto 4
Los demás animales viven con imágenes y recuerdos, y participan poco de la experiencia. Pero el género humano dispone del arte y del razonamiento. Y del recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues muchos recuerdos de la misma cosa llegan a constituir una experiencia. Y la experiencia parece, en cierto modo, semejante a la ciencia y al arte, pero la ciencia y el arte llegan a los hombres a través de la experiencia. Pues la experiencia hizo el arte como dice Polo, y la inexperiencia el azar.
Aristóteles. Metafísica. Libro I. Capítulo 1